3 de mayo de 2011

Cine documental: Colombia, otra mirada a la realidad.

A lo largo de la última década, el cine documental en Colombia ha venido tomando un tono más gris y escaso, sin mencionar la falta de popularidad que se genera en cuanto a los contenidos sociales y culturales del mismo. Pero ¿por qué este fenómeno? Para nadie es un secreto que somos una cultura dirigida por medios de comunicación que reconocen a un mundo capitalista como un único sentido de la realidad, es entonces cuando empezamos pensar el mundo a partir de las escasas referencias de vida que tenemos en nuestras cabezas ligadas siempre a un medio comunicativo que esconde una realidad estridente.




Un documentalista con una vasta experiencia de la talla de Martha Rodríguez, quien en sus trabajos se inmiscuye en la vida de indígenas y campesinos muchas veces victimas del gobierno que los trata como si no fueran parte de esta sociedad multicultural, realiza una amplia actividad en cuanto a procesos comunicativos se trata, artistas de esta talla pondrían muchas veces en discusión el papel de la cultura y la sociedad en el arte documental. Sin embargo hay cineastas documentales que también realizan dichas actividades y proponen un concepto un poco más arraigado a lo “social”. Es el caso de Kevin Vásquez, cineasta y estudiante de mercadeo en la universidad central, quien en sus prácticas culturales se introduce en la vida real de lo popular, lo masivo, la vida real, la realidad de millones de personas.

Aun así, las opiniones en cuanto a lo “social” varían depende de la percepción del mundo que haya tenido cada personaje. Vásquez, por ejemplo comenta que su llegada a lo documental fue haciendo investigaciones acerca de Bogotá, eso lo acercó a ciertas clases de la Bogotá tradicional, “entonces uno como realizador le camella con mucho más entusiasmo a lo que le importa mucho entonces uno tiende a plasmarlo en sus productos”, comenta, así se trasciende un poco más, pasamos de un concepto de interés social a uno de interés personal. Dice también que los realizadores tienen a hacer cine social porque la sociedad la que le está dando a uno fuentes de información, es la que cada día está cambiando para que haya qué hacer, “es la que nos da sustento para camellar”.

El “cine social” como decidí llamarlo para éste artículo, trasciende las barreras de lo inimaginable cuando se contempla de una forma distinta, olvidando las redes del capitalismo que nos atrapa y apreciando un cine independiente, el sentido del arte sin ambición, encaminado a encontrar una realidad ignorada y escondida bajo una manta invisible pero que oculta a la vista de Colombia su propia realidad cambiando la percepción del su universo social.

Dejando de lado el problema de la utilización de la sociedad como principal función del cine documental, puedo pasar a tomar como objeto el silencio y la falta de reconocimiento que repercuten en la intensidad de esta actividad y amenazan con hacerla desaparecer. Incrustado en el medio, Vásquez dice que indudablemente el problema en la industria cinematográfica colombiana es la distribución, hay demasiado cine documental colombiano que no es conocido por todo el mundo porque no llegó a las salas de cine habituales y no se conoce, sin embargo el cine documental en Colombia es bastante extenso. Y dice entre sus contradicciones: “¿Cómo impulsarlo?, yo pienso que los medios que se están utilizando en este momento son los adecuados, los canales son los adecuados, el público está siendo el adecuado, normalmente documental es algo que ve el que quiere y el realizador lo sabe de antemano, aun así, continúa con su producción. De todas maneras pienso que para nosotros, realizadores, no hay más orgullo que las piezas sean vistas por muchas personas pero realmente se siente más tranquilidad al saber que si llegó”. La repercusión del cine comercial en el cine documental es muy amplia, sin embargo para impulsar y darle un mayor avance a los documentales no es necesario introducirlos en faces comerciales dándoles impulsos inútiles que solo llegan a públicos ignorantes.

La pregunta es ¿morirán los documentales en manos sin poder? Tan simple como reconocer lo irreconocible. El cine documental tiene poder, tiene contenido. Pero en Colombia somos ciegos, y no hay más ciego que el que no quiere ver.

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